Vaya desilusión
cuando ayer fui al huerto del hórreo y vi que no se salvó ningún calabacín.
Y es
que ni babosil, ni cerveza, ni na’ de na’.
Después
de tanta lluvia las babosas y caracoles salieron de fiesta y se pusieron las botas
con mis pequeños calabacines.
Pero no
penséis que me rindo. NO.
Empezaré
de cero otra vez. Pondré semilleros de calabacines en casa y, eso sí, cuando
estén más grandes y fuertes, los pondré en el huerto.
Que no
se diga que unas babosas y unos caracoles pueden con mi espíritu horticultor ;)